(11 Participantes)
Nos cuestionamos cual es el nivel de optimismo entre los asistentes y se comenta que es necesario matizar las respuestas, considerando la visión personal y la global.
La situación general es mala, sin embargo hay espacio para el optimismo cuando se la ve como una oportunidad de cambio y mejora.
Es un buen momento para salir de las respectivas zonas de confort, romper esquemas y mejorar.
La visión más optimista es la que considera una clara recuperación en el momento que se lance la vacuna al mercado. No está claro cuál será el nuevo modelo social tras la crisis.
El teletrabajo nos ha llegado para quedarse, aunque no lo deseásemos, puede no resultar grato pero también contribuye a reducir el pasilleo, la rumorología y los tiempos muertos en el trabajo.
Es una prueba, a su vez, de la confianza a tener con los colaboradores.
El comportamiento social también se ha radicalizado, vemos buenas prácticas de forma más evidente pero también vemos ambiente de crispación en las relaciones.
El modelo familiar también se habrá de revisar para compaginar la seguridad, la formación de los niños y el trabajo de la pareja.
Salir de esta situación depende de nosotros mismos. El optimismo es un factor de éxito.
Gestionamos mal la falta de contacto y hará falta revisar la forma de relación. El baremo miedo también es muy personal y gestionarlo afecta a las relaciones.
Esta contingencia es una cura de humildad para el ser humano, poniendo en evidencia su vulnerabilidad.
No todos los sectores se han visto afectados por igual y algunos van mejor, el modelo de negocio y las estrategias corporativas requieren profunda revisión.
Se comenta la necesidad de planificar aunque manteniendo la capacidad de improvisar.
El teletrabajo se está mostrando como una buena alternativa que mejora la productividad y reduce necesidades de desplazamiento.
Volver a la normalidad anterior puede no ser la solución porque algunos de las nuevos paradigmas mejoran los anteriores.
Finalmente, la brecha digital se ha hacho más evidente y en particular en la formación es palpable. Los alumnos de la pública y los de la privada, telemáticamente, no cuentan con iguales recursos.
La formación de directivos online está bien, pero la presencial ha de volver. Los consejos y los comités de dirección pierden fluidez y riqueza si no son presenciales, aunque pueden también ser online para gestionar temas menos graves o estratégicos, más de seguimiento.
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ABE, (Asociación para la Búsqueda de la Excelencia), es una asociación privada, sin ánimo de lucro, formada por personas físicas, de ámbito español, ambición internacional e independiente, que busca la promoción, el análisis y la difusión de las prácticas basadas en principios y valores que han de regir la gestión de los directivos, como única forma de alcanzar la excelencia.
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