François Rabelais fue un médico y escritor del siglo XVI, que se convirtió en una de las figuras más relevantes del Renacimiento francés. Su obra principal es un conjunto de cinco novelas que cuentan la vida del gigante Gargantúa y su hijo Pantagruel, con un estilo satírico y extravagante, que consigue perturbar al lector. Entre los muchos fragmentos célebres de estas aventuras fantásticas, se esconde una pequeña cita especialmente renombrada: “La sabiduría no entra en un alma maliciosa, y el conocimiento sin conciencia es sólo la ruina del alma”.
Más de 500 años después de haberse escrito estas palabras, La Vanguardia publicaba una entrevista en su contraportada que conseguía viralizarse a gran velocidad por las redes sociales. El protagonista era un neurocientífico, de nombre Howard Gardner, que regalaba un titular difícil de olvidar: “Una mala persona no llega nunca a ser un buen profesional”. Para justificarlo, Gardner aseguraba que sin principios éticos puedes conseguir ser rico o técnicamente bueno, pero que jamás alcanzarás la excelencia de los individuos que se comprometen con el bienestar global.
La figura del lobo tiene múltiples interpretaciones en la oficina
Desde las novelas del Renacimiento francés hasta los posts más contemporáneos de LinkedIn, siempre han existido corrientes de pensamiento que nos han animado a hacer el bien. Pero, ¿qué significa exactamente hacer el bien? Aquí podríamos sumergirnos en una gran variedad de teorías filosóficas o, simplemente, recordar una breve leyenda que utilizaban los indios cheroquis para explicarlo. Según esta historia, un abuelo contaba a sus nietos cómo en el interior de las personas habitan dos lobos: por un lado, el del resentimiento, el abuso, la prepotencia, la mentira y la maldad; y por el otro, el de la bondad, la alegría, la solidaridad, la misericordia y la esperanza. Terminada la narración, uno de los niños preguntó: “Abuelo, ¿cuál de los dos lobos crees que ganará?”. Y el abuelo contestó: “El que alimentéis”.
Así que hacer el bien consiste en alimentar al lobo correcto. Hacer el bien es una suma de pequeñas decisiones conscientes y responsables, que no siempre encuentran las condiciones idóneas para llevarse a cabo, pero que acaban configurando el verdadero valor personal y profesional.
“Una mala persona no llega nunca a ser un buen profesional”, según el neurocientífico Howard Gardner
Hacer el bien en el trabajo parece que genera un alto consenso en el plano teórico, pero después requiere de mucha valentía y militancia en el terreno práctico. Porque hacer el bien implica tener que enfrentarse constantemente a comentarios del tipo: eres un buenista, te la coges con papel de fumar, te falta mala leche, no sabes cómo funcionan las cosas, pareces un cura, vives en los mundos de Yupi… y un montón de sandeces normalizadas que siempre provienen de aquellos que ya hace tiempo que decidieron alimentar al lobo de la prepotencia.
Además, en el entorno laboral también se viven experiencias negativas que nos pueden tentar a obrar de forma incorrecta. La multiplicidad de interacciones hace que irremediablemente nos crucemos con personas que nos decepcionan o nos hieren, pero esto debe servir para reafirmarnos en que no queremos ser como ellos. Como se suele decir, nunca dejes de ser una buena persona por culpa de las malas personas.
François Rabelais ya lo advertía: el conocimiento sin ética es un desastre. Howard Gardner añadía: ser buena persona no es condición suficiente para ser un buen profesional, pero sí que es altamente necesaria. Y los cheroquis remataban: si no eres buenista solo tienes una alternativa, que es ser malista.
